¿Cuál es nuestra relación con “Los Otros”?. ¿Cómo nos estamos vinculando con todas las personas más allá de nosotros mismos?. ¿Hasta qué punto mi relación con los Otros se condiciona en función de algo que ellos tienen y que a mí me falta? Generalmente construimos nuestra percepción de los otros en base a aquello que nunca fuimos, no somos o no seremos. Es en estos casos particulares donde el saboteador interno que todos llevamos latente surge y posiblemente logre controlar nuestras decisiones. Por lo tanto te invito hoy a reflexionar sobre tu autoboicoteador y tu rol con los Otros (la Otredad).
Definición esencial de autoboicoteador y “los Otros” (Otredad).
En general el autosaboteador, o autoboicoteador, es una parte nuestra que busca satisfacer los instintos esenciales de búsqueda de bienestar y evitar malestares. Todo aquello que nos genera incomodidad tendemos innatamente a rechazarlo. Importante es identificar a nuestro autoboicoteador. Por lo tanto nuestra faceta hedonista y eudaimónica podría ser una buena herramienta para identificarlo o reconocerlo.
La Otredad nos invita a reconocer la existencia de un “Otro”. En otras palabras, podríamos decir que es la noción de que existen individualidades y comunidades diferentes a nosotros y con su propia autonomía. Sin embargo basta con que reconozcamos la existencia de un “Otro” para que nuestro acto, también innato, de compararnos con ese “Otro” aparezca. Lo innato no es necesariamente nocivo siempre y cuando no se sumen factores que lo descontrolen, como la acción de compararse. Pero es casi imposible no hacerlo.
La nociva naturalización de compararse con otros.
Nuestra sociedad ha naturalizado la comparación a niveles casi perversos. Los rankings, las encuestas, lo más bueno y lo más malo, lo mejor y lo peor, las estadísticas, las calificaciones de conocimientos, etc. Todas estas comparaciones generan permanentemente un marco y un criterio que responde a aspectos culturales que no necesariamente son inherentes a la esencia humana sino mas bien a ideologías, estilos y políticas. Así es imposible evitar compararse. Y lo venimos haciendo desde hace muchísimos años.
Considerando nuestra sociedad y cultura de rankings y comparaciones naturalizadas no es extraño que construyamos nuestra percepción de los Otros en base a aquello que nunca fuimos, no somos o no seremos.
En palabras más sencillas, sería muy difícil no ver en los Otros lo que a mí me falta. En consecuencia tu autoboicoteador y tu rol con los Otros viene a ser bastante frecuente, muy fácil de interiorizar pero muy difícil de administrar.
La lógica de la falta y el no ser digno.
El psiquiatra francés Jacques Lacan desarrolló toda una investigación relacionada con el fenómeno de las faltas en el proceso psicosocial de los seres humanos generando reflexiones tales como que “las personas no buscamos lo que realmente nos falta sino lo que la sociedad (los Otros) nos dice que nos falta”. Creamos de manera inconsciente una dimensión de carencias las cuales condicionan nuestras decisiones.
Psicólogos, psiquiatras , e incluso religiones, coinciden en que el ser humano siempre busca lo que le falta: tiene hambre y come. Sin embargo algunos psicólogos nos comentan que “todo deseo cumplido o suplido tiende a generar un nuevo deseo”. De esa forma es muy sencillo focalizarnos mucho más en lo que nos falta, nuestras carencias o vulnerabilidades. Podríamos ejemplificar estas tendencias en Dimensiones para visualizarlas mejor:
- Dimensión Laboral: Me falta un trabajo mejor que este. (Siempre voy a estar disconforme con mi vida laboral).
- Dimensión Social: Me falta estar rodeado con personas mejores. (Siempre el otro me va a caer mal).
- Dimensión Espiritual: Me falta tener una mejor relación con Dios. (Siempre mi relación con el espíritu no va a ser buena).
- Dimensión Familiar: Me falta tener una familia mejor. (Siempre voy a estar disconforme con la familia que tengo).
- Dimensión Sexual: Me falta una vida sexual mejor. (Siempre me va a gustar otra persona).
- Dimensión Intelectual: Me falta ser más inteligente o tener más talento. (Siempre voy a ser insuficiente en mi conocimiento).
En definitiva nos sentimos sometidos a la falta de algo, surge una sensación de indignidad: no soy digno. -“Por eso lo que haga me saldrá mal, por eso la vida conmigo no es buena, por eso nadie me quiere”-. No soy digno de esto o aquello. Nos vemos enfrentados a una frustración que nos congela y nos mantiene caminando en las periferias y nunca en las rutas principales. Una “Frustración Imaginaria”, y no real, que nos lleva a desear la tranquilidad, la paz y el confort que la mayoría de las veces podríamos comparar con el cobijo que nos otorga una madre cuando nos sentimos mal o perdidos, un espacio con “calor de hogar”, un seno materno que nos acoge para llorar nuestras frustraciones recibiendo a cambio el cariño y la calidez que necesitamos de combustible para seguir.
Pero, ¿es realmente eso lo que te falta?
¿Qué es lo que en realidad deseas, cuál es tu autoboicoteador y tu rol con los Otros de manera definitiva? Te invito a reflexionar sobre ello y sumar una nueva pregunta: ¿por qué me sigo autoboicoteando de esta forma?
Esto es un camino de comunicación con tu voz interior y de profundización en un diálogo interno que no será sencillo pero te aseguro que cosecharás resultados muy enriquecedores. Nietzsche decía que “la felicidad no se consigue escapando de los problemas, sino que trabajándolos para ponerlos a nuestro favor”. Por lo tanto no te quedes solo con la lucidez de los pensamientos sino que actívate. ¿Te animas a seguir en el camino?
Jacques Lacan
Cuando nos enfrentamos con algo imposible solo nos queda un camino, hacerlo.
A nadie le gusta sufrir y el mismo boicoteador interno lo tiene muy claro. Por eso nos retira cada vez que puede de nuestras encrucijadas complejas al imaginario vientre de nuestra madre donde todo está imaginariamente en paz y tranquilidad. El camino hacia nuestra voz interior, la comunicación con ella, no es sencilla ya que nos acostumbramos a poner atención más a los Otros que a nosotros mismos. ¿Cómo puedo entonces hacer más ligero el paso hacia esa voz interior? Siempre es mejor reaccionar ante imprevistos de manera estratégica y no circunstancial (reactiva) por lo tanto te quiero compartir a continuación la existencia de 2 villanos con los cuales de seguro te encontrarás.
Dos grandes villanos en el camino.
- El villano de la EVASIÓN: Uno se llena de cosas cuando se vacía de sí. En otras palabras, ante la incapacidad de comunicarnos con nuestra voz interior nuestro autoboicoteador se activa y nos mueve a evitar la incomodidad de un supuesto “vacío” y en su lugar llenarlo con la mayor cantidad de cosas que podamos hacer. Evadimos lo que nos hace sentir mal. ¿Cómo sabe tu boicoteador interno que te encontrarás con un vacío si nunca has llegado al final del camino? Incluso podrías llegar a sentir ese vacío tan real que te costará entender que vive solo en tu imaginación. No pocas veces las personas que están permanentemente ocupadas haciendo diversidad de cosas no las hacen porque en realidad las necesiten sino más bien porque dichas cosas evitan que enfrenten sus propias vulnerabilidades, sus faltas o sus carencias. Piensa que incluso como sociedades hemos llegado a normalizar el hecho de que lo importante no somos nosotros, sino “hacer cosas”. Así que ten cuidado con este villano, porque surgirá muchas veces en el camino y vestido con muchas ropas diferentes.
- El villano del EXITISMO: Las personas en general no buscamos lo que nos falta sino lo que la sociedad nos dice que nos falta. Las sociedades crean íconos y personalidades que condicionan el carácter exitista dentro de ella. El éxito es el carácter que siempre tiende a ser el predominante para dignificar al ser humano. ¿Somos dignos si no somos exitosos? ¿Qué es realmente el éxito? ¿Significa el éxito lo mismo para todas y cada una de las personas que componen una sociedad? Seguramente al leer esta reflexión tu inconsciente respondería que no, que el concepto de éxito es diferente para todos. Y precisamente esa es la mejor clave para sobrellevar este segundo villano: saber decir que no, dejar de lado ese discurso positivista que “todo lo puedes” y aceptar todo lo que simplemente “no puedes” o “no quieres”. El hecho de no poder y no querer también es parte nuestra. Aceptar nuestras negatividades o vulnerabilidades nos reconcilia con ese lado oscuro que todos tenemos. Luz y Sombra, dos lados pero una sola persona. El exitismo tiende a exacerbar solo un lado. No se trata de ser exitoso, no se trata de ser bueno o malo en algo, ni mejor ni peor, más bien se trata de ser ambos de manera equilibrada, de ser pleno.
Para reflexionar al final.
- ¿Hasta qué punto es sana la competencia para que no genere frustración?
- ¿Por qué me sigo autoboicoteando?
- Conocer tu autoboicoteador y tu rol con los Otros es muy importante para sumar plenitud a la vida.
- Apuntemos a metas chicas / plazos cortos más que metas grandes / plazos inalcanzables.
- ¿Por qué me gusta hacer tantas cosas? Poner atención a la declaración: “lo importante no soy yo sino hacer cosas”.
- Desmitifiquemos la importancia del ocio. El ocio es el espacio para llenarme de mi. En otras palabras es la necesidad de no hacer nada para solo escuchar mi yo, mi mente, mi cuerpo y mi espíritu.
- Saber decir que no. La gran importancia de la negación.
- El problema de compararse y sus consecuencias como la envidia y la autoestima.
- Cómo nos afecta el éxito que percibimos en los otros. Cómo y cuándo evadimos nuestra voz interior. Más que preocuparnos de cómo administrar el tiempo pensemos en cómo administramos nuestras energías.
- Abrazar y gestionar con cariño la angustia que tenemos del vivir. Asumamos nuestras impotencias.
- No jugar a ser dos, ni bueno ni malo, ni persona ni personaje, solo uno e íntegro.
Si te hace sentido lo que te he planteado acá te invito a que nos detengamos a disfrutar un café, un té, una cerveza o la tranquilidad de un parque en una dinámica conversacional honesta y verdadera. Creo que una conversación es poderosa cuando no es transaccional.
Y si quieres conocer un poco más de mí te cuento que me gusta mucho la Comunicación Estratégica, pero con un sentido. Un gusto será conocerte, por mi lado soy Alfredo ¿y tu?